sábado, 29 de junio de 2013

** Más acerca de Morris ** La no tan incomprensible turbulencia en Brasil ** El panismo bárbaro o bávaro.


Hay de Dulce, de rajas, de mole… 

En México, como en Brasil, también irrumpen indignados. Pero acá la indignación pertenece a una cepa distinta. Aunque acá también son jóvenes, la (anti)causa a la que responden se sostiene en una triste senilidad intelectual o discursiva. Y es que la aparición del minino Morris en la disputa comicial por la presidencia municipal de Xalapa –más allá de las simpatías o antipatías que pudiera despertar–, ha puesto al descubierto uno de los males más reprochables en cualquier sociedad: la lacerante senectud de muchos jóvenes. Figúrese que no pocos homólogos generacionales (los indignados en cuestión) esgrimen con airada convicción e insospechada indignación un argumento típicamente arcaico: a saber, que la candigatura del celebérrimo Morris pone en peligro un objetivo largamente perseguido: el derrocamiento del PRI en la entidad, o la materialización de un anhelado “cambio”. Y como la lógica estadística (siempre caprichosa) indica que el candidato panista está virtualmente descalificado, se infiere que este hipotético cambio está corporeizado en la figura de la contendiente más próxima al desteñido candidato tricolor: la Sra. Dauzón. Bien dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Aunque acá los tropiezos alcanzan una cifra astronómica, que francamente hace dudar de nuestra condición de hombre. Y es que tal argumentación, si se nos permite la modesta curiosidad, acarrea necesariamente la siguiente pregunta: ¿En qué vetusta inteligencia cabe la idea de que una empresaria acaudalada, visiblemente extraña a la realidad de las nuevas generaciones, adherida a un partido enquistado orgánicamente en la estructura tradicional priista, fundado por un priista de cuño (Dante Delgado), y cuyo conyugue es un histórico integrante del priismo estatal, puede conducir a la sociedad a un cambio? 

Esta indignación de los panegiristas del cambio sin cambio, que torpemente ven en las elecciones una herramienta para destronar al rey midas tricolor, tiene una explicación: el olvido, desconocimiento u omisión de la historia pretérita y presente. ¿Cuántas veces más deberá fracasar una “alternativa” u “oposición” electoral para que la inefectividad o inutilidad del voto –el sistema electoral en su conjunto– quede terminantemente demostrada? (Para más acerca de Morris véase: http://lavoznet.blogspot.mx/2013/06/a-mexico-le-conviene-el-de-cat-logo-de.html).


La no tan incomprensible turbulencia en Brasil 

Que la gente en Brasil se esté manifestando en las calles no supone ningún enigma. Lo realmente enigmático es que los analistas o especialistas o intelectuales lo etiqueten como un acontecimiento inesperado. O peor aún, que no avizoren un explicación plausible en su horizonte de razonamiento. O como dicen, “más pior”, que ante su impotencia para comprender el estallido recurran a una suerte de argumentación metafísica: “Nacidos de la nada (¡sic!), hay brotes de protesta por todo el país, contra el alza de los precios de los autobuses en un principio, y luego contra cualquier cosa (¡sic!)” (Eric Nepomuceno). 

Pero hasta en México sabemos que la organización de megaeventos deportivos en aquel país ha conducido al desplazamiento de asentamientos enteros, al despojo de vivienda entre los estratos marginales. En un país que afortunadamente ya conoce lo que es cambiar la política a través de la movilización (sino véase los orígenes del PT), es tan sólo natural que la gente estime con más criterio político la protección de sus derechos básicos. La movilización es fruto de una creciente conciencia política-popular en Brasil. Es un rebase por la izquierda a esa izquierda partidaria que alguna vez trazó e inauguró en las calles el empoderamiento ciudadano, y que ahora encumbrada en el poder pretende frenar este proceso. 


El panismo bárbaro o bávaro 

Felizmente algunos periodistas han decidido escudriñar los truculentos orígenes del panismo troglodita (cruda tautología). No hacía falta una investigación tan exhaustiva para reconocer las inclinaciones oscurantistas de Acción Nacional: su discurso y acciones lo exhiben sin disfraz que valga. (“Somos tercamente democráticos”, explicaba sofísticamente Lujambio Irazábal). Pero el esfuerzo es loable. Y tan sólo a modo de contribución a esta iniciativa, reproduzco parcialmente un artículo que vira en la dirección de la crítica en curso al panismo pro-fascista: 

Primer acto 
Ciudad Juárez, Chih., 22 de octubre. Un comando armado irrumpe en una fiesta de cumpleaños y acribilla indiscriminadamente a los asistentes. La mayoría de los presentes son estudiantes de secundaria y preparatoria. Entre las víctimas adultas destaca la madre del festejado, de 30 años, quien deja seis hijos en la orfandad, y al menos otras tres mujeres, una embarazada. Dos niños de siete y 11 años también resultan heridos. La brutal masacre deja un saldo de 14 muertos y 20 heridos… 

…Tercer acto 
Saltillo, Coahuila, 24 de octubre. Cuerpos de seguridad (Policía Federal Preventiva) matan a tres miembros de una familia al disparar más de 200 balazos contra la camioneta en que viajaban las víctimas, asesinando al instante a una madre de familia, de 47 años de edad, y a sus dos hijos de 18 y 14 años, respectivamente. El menor de edad fallece en el lugar del tiroteo y su hermana en el momento en que es subida a la ambulancia, cada uno con seis balazos... 

…Quinto acto 
Ciudad Juárez, Chih., 28 de octubre. Un “comando” intercepta un camión de la maquiladora Eagle Ottawa y balea a los trabajadores –la mayoría mujeres– que eran trasladados de la planta de la empresa a sus hogares. Cuatro empleados –tres mujeres– mueren en el instante, 15 resultan heridos. Familiares confirman que dos de las mujeres ultimadas tenían cada una tres hijos cuyas edades van de los cuatro a los 11 años. 

Sexto acto
Ciudad Juárez, Chih., 29 de octubre. Indignados por la desquiciada violencia rampante, estudiantes universitarios se manifiestan en las calles para condenar la negligencia de las autoridades y exigir cese a la barbarie. El gobierno responde con el envío de Policías federales, a quienes se les da la orden de disparar contra los manifestantes. Un estudiante de sociología de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) recibe un impacto de bala por la espalda que lo deja gravemente herido. 

Séptimo acto 
En relación con estos hechos, humanamente repulsivos, un integrante de la “nomenclatura” calderonista, según parece, responsable de la política interna, emite públicamente la siguiente declaración: “Los recientes actos criminales ocurridos en diversos puntos del país confirman la pertinencia de conservar y reforzar la estrategia del presidente Felipe Calderón Hinojosa en materia de seguridad” (sic). 

¿Cómo se llamó la obra? 
Los hornos de Calderón. 


domingo, 23 de junio de 2013

A México le conviene: El de-cát-logo de Morris

La sacralidad de las instituciones es un atributo que sólo los nostálgicos o extraviados evocan. La posmodernidad entraña la erosión de la respetabilidad del vasto cuerpo institucional reinante. Pero no se trata de la moda epocal en turno, o de un capricho cultural. Es más bien el fruto de un pudrimiento civilizatorio universal. El hedor es inescapable. La santa sede de la moralidad apostólica romana se corroe con los escándalos de pederastia. El gobierno mundial que capitanea Estados Unidos pierde progresivamente su legitimidad, envuelto en escándalos de intrigas orwellianas, expresamente violatorias de la intimidad de sus conciudadanos. Las corporaciones atraviesan un déficit de prestigio superlativo: movilizaciones como la “Jornada Internacional contra Monsanto” ponen al desnudo los irrenunciables vicios de la lógica del lucro sin regulación, o del lucro per se. Los valores otrora entronizados se colapsan sin golondrinas ni adioses o recordatorios honoríficos. En este tenor de descomposición general e indignación sin visos de capitalización, la res pública prorrumpe como una extensión de este desierto, que a todas luces “sufre la inmensa pena del abandono… el dolor profundo de la partida”. Pero acá ninguno vierte “Lágrimas Negras”; si acaso una que otra lágrima de cocodrilo. Realmente nadie cree en las elecciones o en los políticos o en los partidos que controlan a su antojo: “No nos representan”, atestiguan los indignados en España. En San Francisco, ciudad altamente politizada, la crítica tampoco se anda por las ramas: “Si las elecciones cambiaran algo, serían ilegales”. En Chiapas, epicentro de la insubordinación postliberal, la voz discordante lúcidamente remacha: “Para que vamos a preocuparnos si el gobierno es de derecha, izquierda o centro, si finalmente allí no se están tomando las decisiones fundamentales”. Estos antecedentes prologan la emergencia de un fenómeno político –que aunque no inédito– destacadamente sui generis, o zoo generis: a saber, la candidatura de un felino. En la ciudad de Xalapa, comarca “asediada por una plaga de ratonzuelos”, el candigato Morris promete establecer un implacable imperio de la ley para la erradicación de este azote virulento. 

Adviértase que el escarnio es sólo una arista de esta campaña faunesca. El virtuoso fondo de la celebérrima candigatura apunta a una doble función crítico-contestataria: por un lado, la sátira política conducente a la crítica, al develamiento de la ridiculez que campea en las pantanosas cloacas de la cosa pública, y por otro, la exigencia ciudadana referente a la formalización de las candidaturas ciudadanas, una figura jurídico-electoral que la clase política repudia, debido a que desarticula el control monopólico que cultiva a través de los órganos partidarios. 

Naturalmente, las autoridades electorales exhortan –con visos de exasperación– a “no desperdiciar el voto”. Sin un gramo de poder de convencimiento, la presidenta del Instituto Electoral Veracruzano espeta: “Estos votos [al candigato] serían nulos, son votos que se perderían y la democracia necesita el voto del ciudadano donde tenga efectividad. Hagámoslo por la efectividad”. A lo que Morris y sus decenas de miles de simpatizantes responden: “¿Y cuándo ha tenido efectividad el voto en México?”. 


El voto o el tipo de cambio de mercado 

Tan inefectivo es el incoloro derecho a votar, que la ciudadanía no se preocupa más por el poder de su voto: cual vulgar divisa, el valor del voto ahora se mide en función de su valor de cambio, no de su valor público-político. Si no véase las inquietudes ciudadanas que circulan en el ciberespacio, altamente ilustrativas de este curioso fenómeno. Un cibernauta pregunta: “¿Alguien sabe a cómo amaneció la compra del voto el día de hoy en Tamaulipas? ¿Quién está pagando más?”. 


Hay algunas cosas que son tan serias que sólo podemos bromear con ellas… 

En la arenga de los políticos, las faltas e irregularidades son responsabilidad de la sociedad, nunca de la autoridad. En relación con la aparición de candigatos aspirantes a cargos de elección popular, el “candidato serio” a la presidencia municipal de Coatzacoalcos, Joaquín Caballero (PRI) perora: “La falta de seriedad de los mexicanos es lo que nos hace diferentes con países de grandes potencias (¡sic!)”. Tiziano, el candigato de aquel municipio, responde: “Sabemos que el didactismo no es exactamente moneda corriente entre la clase política. Pero ¿no será que la falta de seriedad de los gobernantes es lo que explica el surgimiento de nuestras candigaturas? Sr. priista, recuérdole que ‘hay algunas cosas tan serias, [tan trágicamente graves] que sólo podemos bromear con ellas’”. 


El hartazgo de la ciudadanía o el secuestro de la política 

El argumento más socorrido en el contexto de las candidaturas de mininos, es que tal fenómeno responde a un hipotético hartazgo ciudadano. A lo más, se trata de una verdad parcial. Es más bien un acto de protesta, exigencia e insubordinación social. José Ovejero, escritor español, observa: “Los políticos son rehenes de los banqueros que les prestan el dinero, y de los empresarios que los financian ilegalmente”. De lo anterior se infiere que la política está secuestrada. Participar “seriamente” en las elecciones supone consentir este secuestro. Morris y consortes no son un signo de hartazgo a secas: son esencialmente un señalamiento de tal secuestro. 


El de-cát-logo de Morris 

Acusan a Morris de no contar con una propuesta concreta, de enfrascarse en una suerte de solipsismo burlesco. Ante tal acusación, y en sintonía con el decálogo económico que recién presentaron los empresarios ante el consejo rector del pacto por México, que no es pacto ni es por México, la casa de campaña de Morris turnó a la prensa nacional e internacional su propio e inédito de-cát-logo. Nótese que la misiva arribó con una advertencia: “Precaución. Es un peligro para México”. 


El de-cát-ologo de Morris 


1. No robar ni dejar robar 

2. Renunciar a cualquier clase de compensación dineraria u honoraria; retozar no se remunera 

3. Derogar el aumento tributario al Whiskas, Cat Chow o cualquier otro suministro primario de la canasta básica 

4. Impulsar la lectura del libro “El gato con botas”, que no “La silla del gato”, de un tal Enrique Kroketas, y no sólo “unos pasajes”, o “la antítesis”, o “las mentiras sobre el libro de este libro”, preferentemente todo el volumen 

5. Perseguir cielo, tierra y arena (nada de mar o agua) a los políticos corruptos que se procuran enriquecimiento con base en el ejercicio de la función pública 

6. Mandar obedeciendo… Pero no a los empresarios, sino a la sociedad 

7. Combatir con garra de hierro la riqueza extrema, causante real de la pobreza extrema 

8. Detener la oficialista cruzada contra el “hombre” 

9. Relanzamiento de la política zapatista: “La arena es para quien la trabaja” 

10. Boicotear el convenio gubernativo cupular: ¡Que no nos den pacto por liebre!
 



Para más explicaciones acerca de la emergencia de la candigatura, véase también: 

http://lavoznet.blogspot.mx/2013/04/veracruz-en-llamas-sede-de-la.html

miércoles, 19 de junio de 2013

Zoología electoral y sátira política en México



La descomposición del sistema político mexicano parece no tener fin. La separación, cada vez más grande, entre las necesidades de las mayorías y la oferta político-partidista, el cinismo como herramienta para justificar el robo al erario y el tráfico de influencias, la perversión del subsistema electoral que utiliza sistemáticamente la manipulación de los votantes con la venia de los órganos electorales y la nula circulación de las élites políticas que, o mantienen en el poder a personajes que han pasado por la mayoría de los puestos de elección popular una y otra vez, o que ‘heredan’ sus posiciones a sus hijos, esposas, cuñados y amantes, son la punta de iceberg de una época en la que lo viejo se niega a desaparecer y lo nuevo apenas se vislumbra.

En este sentido, la participación política se ha polarizado: por un lado están los que, por conveniencia o imbecilidad insisten en confiar en las instituciones del liberalismo y, por el otro, los millones que alrededor del mundo asumen la necesidad de inventar nuevas formas de participar en la construcción de un nuevo consenso social. La brecha entre ellos es cada vez más profunda, lo que ha provocado posturas que pretenden colocarse en ella, confundidos y desilusionadas por una realidad que parece ignorarlos.

La sátira política aparece así como una manera de expresar la desilusión y la confusión que provocan los tiempos que vivimos, aunque no se puede olvidar que en regímenes ‘democráticos’ sirve más para entretener que para guiar la acción. Eficiente para señalar errores y conflictos, no lo es tanto para promover soluciones o invitar a la reflexión rebelde y contestataria. Otra cosa muy diferente sucede en sistemas políticos cerrados, como Arabia Saudita, donde la sátira posee tintes subversivos -dada la inexistencia de libertades civiles aunque sea en papel- y es tratada en consecuencia: con la cárcel perpetua o la muerte. 

Las elecciones de este año a efectuarse en catorce estados de la república están enmarcadas por la elección presidencial pasada, la cual reconfiguró el poder institucional y cerró una etapa de optimismo creada por la alternancia en el año 2000. Este es un hecho capital para comprender el contexto y la postura de los votantes en este año electoral. Las movilizaciones del movimiento #YoSoy132 abrieron un espacio de esperanza para muchos.  Lamentablemente para ellos el proceso culminó con el triunfo de su némesis con la consecuente desilusión de miles y miles de jóvenes, que había salido a la calle para expresar su rechazo al dinosaurio pero también para proponer nuevas rutas por las cuales encaminar un proceso de renovación política, económica y social en México. 

En la coyuntura actual, el recuerdo de esa derrota –que en muchos sentidos fue una victoria pues acercó a un sector escéptico de la política a la acción y a la protesta pública- está cobrando hoy la factura. El movimiento juvenil ha brillado por su ausencia y en su lugar han aparecido la sátira, el escarnio, el sarcasmo que con gran imaginación –de eso no cabe duda- le ha puesto un tinte irreverente pero sin perspectiva a las campañas electorales. En un ambiente en donde la ley de la selva electoral es moneda corriente, aparecen otros animales para expresar hartazgo y desilusión. El burro Chon en Cd. Juárez, Tina la gallina en Tepic, el CANdidato Titán en Oaxaca y el Candigato Morris en Jalapa han surgido y logrado la atención en medio de procesos electorales salpicados de irregularidades, traiciones políticas y sobre todo ajenos a la realidad de las mayorías.

Y si bien introduce una pátina de humor las propuestas no aparecen por ningún lado, lo que magnifica las campañas negras –como si hiciera falta- que, como la ciencia política ha demostrado, ahuyentan a los votantes de las urnas. Este hecho contribuye a que los partidos con los mayores contingentes de voto duro (no necesariamente fiel y convencido sino comprado y manipulado por generaciones) llevan las de ganar, pues no sólo sobredimensiona la presencia electoral de sus militantes y asociados sino que además los exime de articular un discurso que atienda las demandas de la población. Por otro lado, sus campañas se desenvuelven en el ciberespacio, por lo que no llegan a la mayoría de la población sino sólo a una minoría que consume información publicada en internet. Los miles de likes en la cuenta de Facebook del gato Morris no se han traducido en movilizaciones o protestas públicas y másivas. ¿Acudirán sus seguidores a las urnas para anular su voto o se limitarán a compartir chascarrillos por la red?

Es cierto que el sistema político y económico del país está agotado y que, dadas las circunstancias, resulta imposible asumir que sólo la política institucional puede renovarlo. Pero satirizarlo difícilmente cambiará las cosas. Ante semejante situación resulta fundamental alentar la imaginación para encontrar nuevas formas de participación política, guiadas por principios éticos, por utopías, cerrándole el paso a la depresión y la desilusión que sólo conducen al conformismo, al sarcasmo, a la sátira. Burlarse del sistema sin ton ni son, además de demostrar impotencia, reproduce la especie que recientemente hizo circular la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE): los mexicanos son pobres pero felices. O peor aún, honrar la vieja sentencia popular que afirma: nadie sabe para quien trabaja.

domingo, 16 de junio de 2013

La profecía de 1984 o la (ciber)policía planetaria o Fahrenheit 911 o el caballero de la noche

Sin afán de demeritar el valor del proyecto Wikileaks que conduce Julian Assange, indiscutiblemente laudable, da la impresión a veces que el periodista más acosado por las cortes subsidiarias de Washington incurre en ciertos excesos de optimismo, que aunque comprensibles dada la insospechada influencia de sus filtraciones en el estallido de la indignación global, cabría acotar por razones que en seguida vamos a escudriñar. Assange no escatima en lo referente a las bondades de los sistemas de información modernos: “[son] el más importante campo de educación política masiva que haya existido jamás”. Las desorbitadas expectativas depositadas en los nuevos vehículos de comunicación virtual, particularmente el Internet, fácilmente pueden cuestionarse cuando se observa la función confidencial que desempeñan. El periodista australiano acierta cuando sugiere: “Los medios tradicionales… son meros espacios para dirimir pleitos entre distintas facciones del régimen”. Pero cuando refiere a las comunicaciones digitales-alternativas, el tono entusiasta de tales referencias azuza cierta intranquilidad. En relación con el alcance de Internet, Assange explica: “El número de personas expuestas [a los dominios de la red cibernética], el número de culturas expuestas, el número de idiomas expuestos, el puente geográfico es más grande que en ningún otro momento de la historia” (La Jornada). Exactamente aquí radica el peligro, y no necesariamente la virtud, de las tecnologías comunicacionales. Máxime si se contempla que la reproducción intensiva de los abusos de poder, vía tecnología o medios de comunicación, no ha conseguido subvertir el sistema político, y sí en cambio, estas mismas cibertecnologías, han contribuido más que ningún otro instrumento a la configuración de una maquinaria proto-orwelliana de vigilancia global.

En la coyuntura del escándalo que envuelve a la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés), allá en los crispados dominios del tío Sam, tras la filtración de información ultraconfidencial que un tal Edward Snowden proporcionó a la prensa, cabe adentrarse en los orígenes del Internet, en el ámbito de sus funciones no declaradas, así como en sus tentativas de legitimación ideológica, tan sigilosas e imperceptibles aunque no por ello menos condenables. 


DARPA: el progenitor de Internet 

Pocos saben que el origen del internet está orgánicamente ligado con las agencias de inteligencia más furtivas en Estados Unidos. DARPA es el acrónimo de la expresión en inglés Defense Advanced Research Projects Agency (Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa); es un apéndice del departamento de defensa de Estados Unidos, responsable de la elaboración de proyectos tecnológico-militares, inaugurada en el contexto de la Guerra Fría como órgano de vanguardia en la carrera armamentista que sostuvo Estados Unidos con la URSS (Wikipedia). Más tarde, esta agencia auspiciaría el nacimiento de ARPANET, el predecesor de Internet. 

Con el propósito de apuntalar a Estados Unidos como potencia tecnológica, especialmente después del desafío que supuso el lanzamiento de la misión soviético-espacial Sputnik, el departamento de estado de Estados Unidos puso en marcha múltiples proyectos de desarrollo militar, a través de DARPA, entre los que destacan: satélites, transbordadores espaciales, radares, misiles, dispositivos electrónicos de vigilancia, redes de ordenadores, etc. 

Cabe señalar que uno de los departamentos más importantes de DARPA es la Oficina de Tecnología en Procesamiento de Información, precursora en el desarrollo de los controles modernos para sistemas de información. 

Pariente consanguíneo de DARPA, la NSA, también enquistada en los dominios del departamento de defensa, es uno de los pilares de la inteligencia norteamericana, actualmente en la mira de la prensa por las filtraciones que pusieron al descubierto las subrepticias acciones de espionaje doméstico e internacional que desarrolla Estados Unidos. Según el portal ABC.es Internacional, la NSA “cada día intercepta 1.700 millones de correos electrónicos, llamadas telefónicas y otros elementos de comunicación”. 

En los perímetros de este binomio DARPA-NSA, se urden los fundamentos materiales de la neototalitaria (ciber)policía planetaria. 


Fahrenheit 911 

La legitimación de los sistemas de seguridad/espionaje global se nutre de dos tramas ideológicas, que vale la pena identificar: la guerra contra las drogas, y el choque de civilizaciones. 

En Drugstore Cowboy (1989), película estadunidense dirigida por Gus Van Sant, el personaje que interpreta William S. Burroughs profetiza amargamente: “Los narcóticos han sido sistemáticamente satanizados y utilizados como chivos expiatorios… Vaticino que un futuro próximo la ‘derecha’ va a utilizar la histeria de las drogas como pretexto para configurar un aparato policiaco internacional”. No es accidental que en el alba de los 70’s, exactamente en los años que Ronald Reagan inauguró la llamada “guerra contra las drogas”, DARPA intensificara el desarrollo de tecnologías tácticas y el procesamiento de información. 

Otro tanto ocurre con los dramáticos acontecimientos de septiembre de 2001. El 9-11 acarreó el endurecimiento de leyes “anti-terroristas” a escala planetaria, cuyo vértice fue la atribución de poderes de vigilancia discrecionales a las agencias de seguridad, una política que sistemáticamente contraviene el derecho fundamental a la privacidad (recuérdese la USA Patriot Act o Ley Patriota, promulgada en octubre de 2001). Entre otras disposiciones, las nuevas leyes facultan a las autoridades para interceptar discrecionalmente comunicaciones electrónicas. 


El caballero de la noche

Pasó inadvertido, acaso porque todos atendían la representación del guasón, a cargo del actor Heath Ledger. Pero no puede obviarse que el segundo film de la más reciente trilogía de Batman hace una apología de las políticas de espionaje/seguridad en boga, que perversamente evocan las violatorias mociones que siguieron al 9-11. Con base en un emisor-receptor de datos virtual, el personaje que interpreta Morgan Freeman vulnera los sistemas de información –aunque no sin falso remordimiento–, a petición de un cada vez más vomitivo Batman, con el fin de averiguar el paradero del guasón, transgrediendo flagrantemente la privacidad de los ciudadanos, pero con la venia de nuestro multimillonario héroe, y amparado en la premisa de que ciudad Gotham atraviesa una “emergencia”. 

Cualquier parecido con la moderna narrativa de los gobiernos, es mera coincidencia. 


miércoles, 12 de junio de 2013

Yes we can… spy on you

En el contexto del juicio contra el soldado Manning, otro joven estadounidense decide rebelarse contra ese 1% que día a día observa con gran preocupación como el resto de la población los desafía. Amparados en la fe ciega en la ciencia y la tecnología, los dueños del dinero desconfían cada vez más de sus conciudadanos y se echan en brazos de la ficticia tranquilidad que da el pensar que mientras puedan escuchar y espiar a todo el mundo su dominación está asegurada. 

Sólo una persona ignorante o heterónoma puede tragarse el cuento de que es necesario, en aras de mantener la seguridad, acabar con las libertades civiles. Y sin embargo –al igual que lo hacen los capitalistas y sus administradores-gobernantes en México, empeñados en mantener su poder agitando con desesperación el petate de la violencia social para justificar la militarización de un país profundamente dividido- desde el ataque de la torres gemelas, ese 1% ha lanzado un ataque directo al corazón de lo que alguna vez distinguió a la tierra representada por la bandera de las barras y las estrellas. El sueño americano no sólo se asentaba en la falsa creencia de ser la tierra de las oportunidades sino sobre todo de ser la casa de la libertad. La antorcha de la estatua que lleva ese nombre alumbra cada vez menos a los millones que crecieron bajo su sombra. 

Edward Snowden, el empleado de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) decidió renunciar a un jugoso salario (200,000 USD anuales), a poner su vida y la de su familia en peligro para poner en evidencia las acciones de un estado paranoico, que no ha dudado en romper con el pacto constitucional a cambio de seguir creyendo que está enterado de todo, que nada de lo que sucede en el mundo le es ajeno. Al igual que Bradley Manning, Snowden realizó un acto con profundo sentido ético que seguramente le acarreará grandes calamidades. “Estoy dispuesto a sacrificar todo eso porque no puedo, en buena conciencia, permitir que el gobierno de Estados Unidos destruya la privacidad, la libertad de Internet y las libertades básicas de la población mundial con esta masiva maquinaria de vigilancia que está construyendo secretamente” (http://www.jornada.unam.mx/2013/06/10/mundo/022n1mun

Llama la atención que en sus declaraciones admita que con la llegada de Obama a la presidencia, Snowden haya pensado que las operaciones de espionaje se detendrían. Sin embargo, en cuanto se dio cuenta de que había una continuidad evidente en la política de seguridad nacional, a pesar de la llegada de un demócrata al poder con un discurso progresista, no tuvo más remedio que filtrar la información. Es de suponer que el desencanto que sufrió es compartido por millones de estadounidenses, a los cuales les debe resultar doloroso aceptar que los partidos políticos no se distinguen más que por sus nombres. 

Héroes o villanos, la decisión de estos jóvenes es una muestra clara de la enorme crisis por la que atraviesa un país -y el modelo que representa en todo el mundo- que poco a poco se aleja del centro del sistema-mundo. Habrá que admitir que al mismo tiempo, otras expresiones de esa crisis nacional se manifiestan de una manera menos heroica, mas grotesca e inhumana, como los continuos asesinatos en colegios y lugares públicos, el crecimiento exponencial de expresiones racistas y discriminatorias contra todo lo que no se ajusta al modelo dominante Blanco, anglosajón y protestante (WASP). 

Habría que mencionar también que esas expresiones se relacionan con otras hoy casi olvidadas (Véase una pequeña lista en http://www.toptenz.net/top-10-whistle-blowers.php) o banalizadas, como el movimiento contracultural que sacudió los cimientos de la sociedad estadounidense, que en plena guerra fría parecía incapaz de aceptar el inicio del fin de su hegemonía en el mundo. En ese contexto, a finales de 1969, Daniel Ellsberg filtró los Papeles del Pentágono, los cuales revelaban que el gobierno estadounidense sabía que la guerra estaba perdida y que no le importaba seguir sacrificando las vidas de los soldados que combatían en Vietnam. Snowden ha declarado que sus acciones se han inspirado en Ellsberg y Manning. 

Por otro lado, los gigantes del ciberespacio como Google, Apple, Microsoft, Skype, Yahoo, etc. Son exhibidos por su sometimiento a la política de seguridad nacional del gobierno de los EE. UU la cual, dada la cobertura de las empresas en cuestión, rebasan por mucho las fronteras poniendo a buena parte de la población mundial bajo la lupa de unos cuantos. Al mismo tiempo, el Congreso estadounidense se rasga las vestiduras al ser acusados por Obama de estar de acuerdo y haber aprobado el proyecto de espionaje. En todo caso resulta difícil de olvidar cómo, de pie y unánimemente, ambos ovacionaron a George W. Bush cuando propuso la Acta Patriótica. 

El presidente Obama argumenta en su descargo que busca un equilibrio entre las libertades civiles y la seguridad nacional pero en el fondo está el mantenimiento de la dominación, dentro y fuera del país. Y si eso exige sacrificar las primeras a favor de la seguridad del modelo de dominación no hay nada que discutir. Los planes de vigilancia al estilo del Big Brother de Orwell, quien se inspiró en Stalin, hoy son una realidad en la tierra de las oportunidades. Con su característica hipocresía, los gobernantes de los países aliados a los EE. UU se muestran preocupados por el alcance del monitoreo realizado por la NSA y las violaciones a su soberanía cuando todos ellos están cooperando activamente para mantener vigilados a sus habitantes a pesar del costo que tienen que pagar. Y eso no va a cambiar pronto. Muy por el contrario, esa es y será la tendencia de las acciones del 1% para seguir explotando al 99% alrededor del mundo.

viernes, 7 de junio de 2013

El suicidio, el capitalismo y la ideología

Maciek Wisniewski

La ideología tirada por la puerta del boom neoliberal, regresa por la ventana de la crisis. Después de la caída del socialismo real se nos decía que ya vivíamos libres de las ilusiones ideológicas, cuando en realidad estábamos sumergidos en otra ideología que cubría el brutal avance del capital. El nombre de esta ideología: el fin de la historia.
 
2) Slavoj Zizek, tratando de levantar el telón de la ideología, desafió su interpretación marxista (falsa conciencia), viéndola como algo inconsciente grabado en la misma realidad: No sabemos lo que hacemos, pero lo hacemos. Hoy, analizando los acontecimientos alrededor de la crisis (OWS, Primavera árabe, los indignados), subraya que el objetivo de la ideología era neutralizar la dimensión de estos hechos, sintomáticos para las nuevas tendencias en el capitalismo: el paso de la ganancia a la renta, la conformación de una burguesía asalariada y el papel más central del desempleo donde ser explotado parece un privilegio (The year of dreaming dangerously, 2012).

3) La ideología en acción: las políticas anti-crisis según los mismos dogmas responsables por su estallido y que al resultar contraproducentes –no traen crecimiento, ni empleos– siguen siendo implementadas (para Zizek esto es incluso un cinismo postideológico: sabemos lo que hacemos y lo seguimos haciendo). Hay otras cegueras: algunos critican las falsas premisas de austeridad, pero ignoran su verdadero objetivo: bajar los costos de trabajo y restablecer la tasa de la ganancia mediante la destrucción del capital muerto y vivo (la renta es importante, pero la ganancia, fundamental).

4) Privilegiando los mercados financieros la ideología encubre los efectos letales de mala economía. Según The Lancet, los recortes y el desempleo (en la eurozona ya de 12.5 por ciento, entre los jóvenes de 24.4; en España de 27 y 57 por ciento, respectivamente) son directamente responsables por el aumento de enfermedades (en Grecia la mortalidad infantil aumentó 40 por ciento), depresión y suicidios.

5) Emile Durkheim en su clásico de 1897 (Suicide. A study in sociology, 1979), distingue cuatro tipos de suicidio: a) egoísta b) altruista c) fatalista y d) anómico, frecuente en épocas de crisis: desaparecen los viejos reguladores y no aparecen los nuevos; la disparidad entre necesidades y medios para satisfacerlos provoca la desesperación. Para él, el suicidio no es algo individual, sino profundamente social y debe ser abordado desde la sociedad (su integración y regulación moral).

6) Aunque en España las redes familiares y otros reguladores suavizaron el impacto de la crisis, la tasa de suicidios subió. Los desahucios por deudas hipotecarias (casi medio millón desde 2008) ya llevaron a 15 personas a quitarse la vida. En Grecia los suicidios aumentaron 23 por ciento y en Italia 15 por ciento. En Bulgaria un jubilado se cortó las venas por la cuenta de luz que sobrepasaba su pensión; durante los disturbios provocados por la austeridad y precarias condiciones de vida seis personas se prendieron fuego.

7) Mientras las inmolaciones en el socialismo real han sido consideradas como una extrema crítica social –Ryszard Siwiec (Varsovia, 1968) o Jan Palach (Praga, 1969)–, los suicidios en el capitalismo no encuentran el mismo eco. Según la visión dominante el capitalismo es neutral (para Zizek esto es ideología at its purest), lo que permite negar que los suicidios tengan algo que ver con el ataque a los salarios, derechos o pensiones (en el capitalismo somos tan libres que hasta nos podemos suicidar). Tratando los suicidios como excesos y no síntomas de algo más profundo, los neoliberales de hoy se comportan como los comunistas de ayer.

8) Lech Walesa, un personaje mediante quien parece hablar la ideología del capitalismo tardío, después de 1989 decía que los sindicatos servían para abolir el comunismo, pero ya no sirven en el capitalismo; parafraseándolo se puede decir que los suicidios servían como una crítica del comunismo, pero ya no sirven como crítica del capitalismo.

9) Carlos Marx, en un texto temprano (1846) e insólito (Sobre el suicidio, 2012), analizando cuatro casos de suicidios (tres mujeres víctimas del sexismo y un hombre desempleado) se centra en la crítica de la opresión de género. Pero introduciendo el concepto de la alienación, subraya que el suicidio afecta a todas las clases, intensificándose entre los más desposeídos. Incluso antes de Durkheim lo ve como una cuestión social. Hoy, a la luz de la ideología, el suicidio deja de ser un problema social, para ser un acto individual.

10) Así se entiende por qué el suicidio de un campesino venezolano (2010) que se oponía a la reforma agraria (y al totalitarismo chavista), fue más sonado que la inimaginable ola de suicidios de campesinos en India: desde 1995 más de 270 mil, unos 17 mil muertos al año; mientras el primero luchaba por la libertad individual y la propiedad privada, los segundos, víctimas de la crisis en el campo y la deuda, no sabían adaptarse. Lo mismo con los obreros chinos de Foxconn (iPhone, et al.) que se suicidaban por las extremas condiciones de trabajo: deberían estar agradecidos que tenían chance de ser explotados.

11) Si tiene razón Emir Sader al subrayar que los desahucios son un límite moral del sistema (El País, 28/2/13), quizás con los suicidios nos acercaríamos a sus límites estructurales. Recordemos que la de Marx no era una crítica moral del capitalismo (por explotación, etcétera), sino estructural: para él, es un sistema ineficiente y desperdiciador, algo oculto por la ideología, pero visible en la crisis: i) para poder relanzarse el capitalismo tiene que ir destruyendo mercancías, empleos y vidas humanas; ii) en España, después de la burbuja inmobiliaria, hay más de 3 millones de viviendas vacías, mientras la gente se suicida acorralada por los bancos.

http://www.jornada.unam.mx/2013/06/07/opinion/017a1pol

miércoles, 5 de junio de 2013

Medios de comunicación y procesos electorales. Retos y dilemas.


A las calamidades derivadas de los procesos electorales en México, como la saturación de espacios públicos con el rostro de los futuros saqueadores del erario o las mil veces repetidas cantinelas de los spots en radio y televisión, habrá que agregar la cobertura mediática de las campañas, que una y otra vez amplifican hasta la náusea las vanas promesas de los elegidos por las oligarquías locales y los mundos perfectos que ofrecen lograr. 

Si la tendencia a reproducir los mensajes políticos se debilitara en favor de una cobertura que tomara en cuenta las percepciones de los votantes -más allá de las encuestas y los sondeos de opinión- los medios de comunicación abonarían significativamente al fortalecimiento de la opinión pública como un espacio que pone en el centro la deliberación de los distintos componentes de la sociedad. La responsabilidad de los medios en la promoción de valores democráticos es tanto o más grande que la de los partidos políticos o los gobiernos. 

Efectivamente y como premisa básica se puede afirmar que en la medida en que los medios de comunicación valoren y practiquen la autonomía como valor central de su misión informativa, los valores democráticos serán fortalecidos y apreciados por la ciudadanía. La responsabilidad de los medios para preservar un espacio deliberativo les exige ser conscientes de que la cobertura electoral debe orientarse a los votantes, sus demandas y sus opiniones, en lugar de repetir una y otra vez lo que los candidatos repiten como merolicos en sus actos de campaña.

Para lograr lo anterior, los editores y reporteros tienen que planear la cobertura y al mismo tiempo estar conscientes de los principios éticos que guían su profesión. La planeación de las coberturas parte del conocimiento de las distintas etapas de los procesos electorales así como de las estrategias de comunicación de los partidos. Ignorar las estrategias sólo provocará que los medios reproduzcan, a veces sin pretenderlo y sin cobrar por ello, los mensajes de los candidatos, dejando de lado lo que los electorales perciben y demandan. La cobertura electoral de los medios debe procurar mantener un equilibrio en la producción de información, privilegiando, insisto, el punto de vista del votante.

Los candidatos y los partidos disfrutan de recursos legales, y no tanto, para promover sus mensajes políticos en los distintos escenarios de las campañas. El Instituto Federal Electoral (IFE) reparte tiempo en radio y televisión entre los contendientes mientras que los recursos económicos que les asigna son utilizados en gran medida para contratar espacios en los medios impresos y en el ciberespacio. En cambio los votantes no poseen recursos para hacerse oír, para manifestar sus impresiones de los candidatos y sus necesidades materiales para vivir con dignidad.

Por eso es primordial que los medios de comunicación reproduzcan sistemáticamente las opiniones de los votantes, lo que permitirá establecer una relación entre las demandas ciudadanas y sus percepciones del proceso con la oferta política de los candidatos. Así será posible que los votantes comparen las posiciones de los candidatos, no en función de quien grita más fuerte sino de quien está más consciente de sus necesidades.

Por su parte, los integrantes de los órganos electorales están obligados por ley a promover los valores democráticos. Capacitar a los trabajadores de los medios para que puedan enfrentar el enorme reto que impone la cobertura electoral resulta así de vital importancia, una obligación para los consejeros y magistrados electorales, en lugar de estar concentrados exclusivamente en los dimes y diretes entre los candidatos… y en su futuro político. Si los periodistas no conocen más que de oídas la normatividad electoral; si no están conscientes de los dilemas éticos que enfrentarán a lo largo de las campañas; si ignoran lo que está en juego en una elección, estarán irremisiblemente encaminados a producir información sin relevancia, proclive al error, redundando lo anterior en la confusión del elector que contará con pocos elementos confiables para definir su preferencia.

El papel estratégico de los medios en los procesos electorales no está en discusión. Tirios y troyanos reconocen su labor para guiar las decisiones de los votantes. Así que sin dejar de atender las propuestas de los candidatos habrá que observar y calificar la cobertura de las elecciones que realizan los medios de comunicación. Sólo así podremos tener una lectura integral de las campañas electorales pero sobre todo del desarrollo de nuestra incipiente democracia electoral. Una democracia fuerte está estrechamente relacionada con medios de comunicación autónomos, atentos a los votantes y sus percepciones de los candidatos y de la política. En caso contrario, con medios controlados y orientados exclusivamente a la oferta política, seguiremos siendo rehenes de información tamizada y controlada por los poderes fácticos. Seguiremos viviendo en una democracia virtual.