viernes, 26 de noviembre de 2010

México Mutilado


Es mucho mejor vivir envenenado sin hablar del traumatismo histórico, en lugar de gritar de día nuestros dolores y complejos para volver a dar con la libertad.

- Francisco Martínez Moreno

Por doquier, lector, la mata nacional sigue dando: asesinatos y crímenes, y lo que consigo nos deja. No es necesario definir cuándo es asesinato o crimen. Ambos implican muerte, gran cola con o sin razón. Urge pisar esta cola y pararla porque nos denigra frente a todo mundo como país civilizado e ingobernable. Básteme esto: En Colima se asesina a su ex gobernador por esbirros ex-profesos; y por simples sospecha, policías, a lo pendejo, cometen crimen en un doctor que llevaba de la mano a su hijito (pues entonces, carajo, ¿en qué país vivimos?). He allí la diferencia semántica de estos actos, pero que al ejecutarlos se mata: uno por el “quítenme esta pajita”; y el otro por simple bestialidad. Urge poner un hasta aquí a esta barbarie nacional, pero ¿cómo y para cuando, Dios mío, para cuándo?

Por la actual emergencia del país (que tanto nos aleja de los que fuimos) es el momento de reconocernos como mexicanos, y de que comprendamos el mensaje oculto que esconde cada suceso de la realidad nacional, y sobre todo para ser protagonistas. ¡Pobre México, dividido por las ambiciones y los egoísmos de sus líderes, desprovistos de un concepto de patria por el que exponer la vida! Perdón, lector, siento que la rabia se me desborda, y con gran coraje terminaré este Aquelarre.

México está mutilado por esta actual manifestación de barbarie nacional: la ciudad de Juárez, en el norte, es considerada como la más violenta del país, y como la quinta del mundo, ¿cómo justificar esto?

Sé que tú, lector, eres más activo que yo como escribidor, porque de antemano sé que la escritura es cifra, y la lectura tuya es como desciframiento de mi mundo al escribir de estas cosas o de mi mundo caótico. Entiende el por qué digo que el lector, tú, es más activo que el escritor, yo; por eso atrévome a decirte que con pensar, sentir y actuar, unificamos todos los planos del ser para obtener una conciencia no fragmentada de nuestra realidad nacional. Creo que lo que sucede en el país amerita aprender a mirar lo que sucede con el ojo de la razón del corazón.

Si así vemos lo que nos pasa, el camino supone avanzar desde una conciencia fragmentada hacia una unidad armónica. Seamos receptivos, no sólo aprendamos a recibir, sino aprendiendo a aprender que este México Mutilado requiere de todos dando o dándose porque en estos tiempos donde hemos probado todos los extremos o excesos, no sabemos cómo encontrar respuestas válidas a cuestionamientos fundamentales de la vida nacional. Por Dios, no más este México Mutilado: démosle, jóvenes y viejos y todos, los miembros necesarios para que siga caminando en su historia fructífera: dándole sus frutos a propios y extraños.

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