martes, 26 de mayo de 2009

NUBE

Me asombras, nube inmensa, lluviosa
de gotas turbias.
Dejas atrás el cielo para buscarle un principio
y sobre todas las cosas nunca dejas de ser nube.

Yo, entre el vaho terroso de mi vida,
advierto augurios de tormenta;
el relieve de tu sombra es fresco
y mi erosión parece que descansa.

Nube disgregada y a lo lejos.
Pasaste apenas como sombra condensada,
dejaste húmeda la luz.
Llovieron otras tempestades,
crecieron yerbas malas en mis grietas.

Regresas superior e indiferente,
somos dos espejos soberanos.
Tú: nube de tierras bajas y humedad sin cuitas;
Yo: suelo suplicante, agrietado hasta el temblor
a la espera polvorienta de tu sombra indómita.

Pero aquí el viento no habló de profecias,
no se espera algún diluvio prometido
que arranque las raíz de mi aridez entera,
ni encuentro gota lúbrica de un cactus
que te sostenga en las espinas.

Reyes Rojas

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